TEXTO DE PRESENTACIÓN DE LA EXPOSICIÓN: BLACK is BACK

BLACK is BACK. El vuelo del pájaro.

El pájaro sobrevuela la calle 52 de Manhattan, acompañado de su colega Diz. Trompeta y Saxo desafían a un público. Alcohol, y entre el humo de la sala se percibe el olor de la marihuana, legal por entonces. El dinero está en las butacas, sobre el escenario dos promesas del Jazz creando un estilo propio. Haciendo olvidar a las Big Bands que Duke Ellington sabía capitanear como pocos, sonriendo desde su piano. Se une a Bird y Diz, el negro azabache de Miles Davis con su trompeta y sus locuras. John Coltrane se deja consumir detrás de los tonos azules. Y sigue el pájaro con su alocado vuelo el chillido desesperado de Billie Holiday entonando “Strange Fruit” frente a un público blanco, esquivando vasos, el saxo de Prez y alguna papelina, hasta posarse a descansar en la sonrisa de Louis Armstrong “What a wonderful World”.

En la exposición podrán sentir el ambiente de las calles de Nueva Orleans, el público del Carnegie Hall de Nueva York. Las esculturas móviles reivindicarán a sus sombras, como músicos sobre el escenario del teatro Apollo. En nuestra sala, los espectadores no se limitarán a aplaudir, serán parte de la obra, protagonistas de la función. Con sus teléfonos móviles, a modo de linterna, podrán iluminar las esculturas móviles, descubriendo quien se esconde tras las sintetizadas piezas. Ese es…

El vuelo continúa sobre B B King acariciando con su Blues a “Lucille”, la guitarra que le salvó de la plantación. Sobre Nina Simone que protesta desde el piano. Sobre Ray Charles se deja llevar por la música del Diablo. Belleza en la elegancia de Nat King Cole, en el descaro de Josephine Baker. Volando, el pájaro deja atrás los clubs y los burdeles, y ahora se mueve con los móviles al ritmo de Etta James, el funky de James Brown pidiendo orgullo “Say it loud, I´m Black Im Proud” (Dilo alto, soy negro y estoy orgulloso) y Aretha Franklin respeto con “Respect”. Y vuelve el humo a la sala, la oscuridad, el rock desbocado y ácido de Jimi Hendrix, el grito y las piernas de Tina Turner.

En la sala podrán escuchar las canciones con sus teléfonos móviles, despertar sensaciones, descubrir recuerdos. Reconocer en el estilo Pop de las esculturas a su rey: Michael Jackson, en una de sus imposibles poses. Y veremos lo injusto que han sido los colores. Los negros al fondo de los autobuses de Montgomery, hasta que llegó Rosa Parks y con ella el movimiento por los derechos civiles. El segregacionismo vigente en todos los personajes representados en la sala.

El pájaro se posa sobre el icónico perfil de Grace Jones, esa andrógina modelo de imposibles poses. Y extiende sus alas dejándose llevar por los vientos de Stevie Wonder y Bob Marley. Le deslumbran los focos del Madison Square Garden, y de casualidad esquiva el gancho de Frazier, como si en lugar de un pájaro fuera una mariposa. Y Malcolm X, sin rastro de su apellido de esclavo, observa el combate orgulloso de su amigo, Muhammad Ali: “Black is beautiful”. Martin Luther King sonríe desde su no violencia. Mismo objetivo diferente método, piensa. Y de uno a otro viaja Nelson Mandela, desde África, el origen de todo. Y así el pájaro levanta su ala como aquellos medallistas olímpicos que pidieron respeto desde lo alto del podium en México 68.

¿Qué hay en la exposición? Música Negra, que el espectador se lleva en la mochila, después de ese viaje desde el origen de un jazz con olor a algodón y libertad, hasta la rebeldía y el desafío, todo entre la luz, el color y las sombras, la expresividad, lo abstracto y lo figurativo. Con “Quizas, quizas, quizas” de Nat King Cole nos besábamos. Mi padre bailaba los domingos con los vinilos de Etta James.
Qué jóvenes éramos con la guitarra de Jimi Hendrix.


Luis Rivera Linares.